13/12/07

Hay que saber mirar


Al iniciar la subida, conocemos a don Bartolo, un viejo sureño de piel arrugada, un sombrero de cuchumil años y mirada serena. Lleva al hombro -como todos los dias desde hace 25 años- una caja de mabi que vende a quienes logran subir la montaña.


¿"Quieres ver la vista màs bonita de aqui"?, me pregunta don Bartolo. Tàpese los ojos con este paño, yo la voy a llevar. Obedezco y me dejo guiar. "Quèdese ahì un momento", me dice al dejarme sobre una piedra. Escucho los sonidos de los pàjaros y de los grillos, siento la calidez, la brisa y la humedad del lugar. Ahora, destàpese los ojos.


Una vista, verdaderamente màgica. Distintas tonalidades de verde, azul y amarillo que brotan desde lo lejos. ¿"Ve aquel rebaño"?, señala a lo lejos. "¿Dònde don Bartolo?..." "Allà, señorita..hay que saber mirar". Su frase queda flotando en mi mente.


Hay que saber mirar...Si, me doy cuenta que he subido durante un buen rato, sin fijarme en la gran belleza del lugar; sòlo atiendo a mi obsesiòn por llegar hasta arriba. !Què desperdicio! Se lo achaco a nuestra moderna forma de vivir.


La "gente del campo" observa. Ven las estrellas, las nubes y la direcciòn del viento, saben si va a llover, si habrà buen dìa. No es que sean superdotados, lo que sucede es que se dan un espacio para observar, para escuchar, para comprender. Los que vivimos en las ciudades, vemos sin ver, oìmos sin oìr, estamos sin estar y decimos que nos falta tiempo. Tiempo......Lo que tendrìamos que preguntarnos es: En què invertimos nuestro tiempo?

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